miércoles, 4 de abril de 2012

Carta Zombie: EXTRAÑA NOSTALGIA (por Ssecreta)

Hoy voy a jugar a sentirme viva. Hoy voy a salir. En este jodido zulo todo parece difuminarse por momentos y nunca he sido especialmente sensible al sentimiento de culpa.
En los últimos tiempos llueve demasiado… pero limpia muy poco. En los últimos tiempos… me da por morder a la gente que me importa…
Aún recuerdo con una extraña nostalgia infantil la primera vez que comí carne humana, y la cara de aquel pobre desgraciado que tuvo la fatal suerte de cruzarse en mi camino. Estas son las malas casualidades.
Aún resuena en mi cabeza el eco de sus pasos por aquel callejón una fría noche de invierno. Sentí como los ojos se le salían de las orbitas cuando logró ver mi aspecto al salir de la penumbra. Dudó un instante y con el corazón queriendo salírsele del pecho y sin dejar de maldecir su suerte, gritó: “¡No te conozco de nada!. De hecho ni siquiera sé con quien coño me has confundido, pe…” No pudo terminar la frase, al ver con mayor claridad mi cara de deseo y pocas neuronas. Pude apreciar como su cuerpo empezó a temblar más de miedo que de frío.
En la oscuridad del lugar, tan sólo se distinguía un halo teñido de un oscuro romanticismo que me fascina, es una indescriptible sensación que abraza lo grotesco. Miré al pobre cobarde con la satisfacción de quien juega una mano de póker con la seguridad del que tiene las mejores cartas. Era divertido ver como aquel idiota miraba hacia todas partes con la esperanza de descubrir alguna cámara oculta.
En esos momentos, la ansiedad por hincar el diente a una temerosa carne humana era incontrolable. No hay nada que defina mejor a un zombie que su forma de disfrutar de ese momento en que su victima se siente la persona más vulnerable del mundo.
Hay quien vomita en la taza del WC al despertar con la boca seca, mi sensación en aquel momento fue la contraria, sentí como si garganta hubiera nació sin la posibilidad de tragar tal cantidad de saliva como la que le generaba el imaginar la proximidad del enorme banquete.
De repente, me percaté de que el hombre que estaba frente a mí, sujetaba una voluminosa barra de hierro con sus manos temblorosas. Fui consciente de que en breves momentos me esperaría un espantoso dolor de cabeza, mi cuerpo se debatía entre la deshidratación y la indigestión y me lancé de golpe ante aquel miserable, mi cabeza chocó ante un millar de estrellas muertas que no fueron capaces de detenerme.
En esos momentos la ansiedad no me deja pensar con claridad, pero suelo imaginar una suave melodía que me provoca un orgasmo de los sentidos… Llegados ya a ese punto, la victima sabe muy bien  que es lo que le tiene reservado el destino, aunque sin llegar a distinguir entre despertar o seguir soñando. Les resulta demasiado complicado diferenciar lo real de lo irreal, las realidades fluyen y los niveles de consciencia se empiezan a multiplicar, las distintas percepciones se vuelven variopintas. Supongo que sea un método de defensa del cobarde subconsciente humano, ya que cuando un ser humano siente pánico, su cerebro puede llegar a hacer cosas extraordinarias.
Tras intentar inútilmente hacer el truco del avestruz, aquel hombre agotado firmó su carta de rendición bajo la sonrisa del bando contrario, que esperaba ansioso aquel festín entre vísceras y risas.
Instantes después, lo sentí. La palabra bajón hizo mella en mi cabeza. Empecé a sentir como si bajase por unas inestables escaleras, peldaño tras peldaño… de repente aterricé de golpe y empecé a sentirme inundada por un deseo cruel y depravado que me persigue hasta hoy. Desde entonces sigo coleccionando cientos de cabezas vacías. Soy consciente de que no sirven para nada, pero me recuerdan los buenos momentos.


Escrito por Ssecreta para conocer más de sus escritos: http://unagotasinagua.blogspot.com.es

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