lunes, 23 de abril de 2012

Carta Zombie (Por Enar González)


Suena el despertador. Levanto con alegría esta cabeza vacía de la almohada una noche más. Me desperezo, coloco mis huesos en su sitio y aspiro el aroma putrefacto de mi partenaire con deleite. Mmmmhhh qué aliento a Cabrales con cloaca y rata, cómo me pone. Arrastro mis pies haciendo ochos hasta el cuarto de baño. Cada vez me sale mejor el mover toda mi carne muerta rumbosamente. Me miro en el espejo y coloco mis dientes en su sitio, mis ojos y pezones. Qué manía de descolocarse todo mientras duermo. Aparece bostezando mi gato, que cada día tiene menos pelo y va perdiendo mechones en forma de bolas enormes que corren como plantas rodadoras por toda la casa. Compruebo que ya puedo verle todos los huesos del rabo perfectamente. Se despereza rascándose en la alfombrilla y pierde un par de uñas. Todas las mañanas igual, mira que te lo tengo dicho, que luego te vacilan las palomas. Realmente las tiene a todas a raya, y de vez en cuando peleamos por algún muslito. Mientras gruñe maullidos a mi alrededor cojo mi peine de marfil, hecho por mi misma artesanalmente con las púas bien separadas, y me acomodo mi moño con los cuatro pelos que me quedan. Me pongo mi vestido de jirones vintage y me calzo las Martens que ya usaba “antesdenomuerta”. Así no voy dejándome las plantas de los pies por ahí, que luego llega cualquiera y se las come. Seré una zombi, pero me da grimita. “Pútrida mía, ¿dónde vas hoy?” oigo que me dice mi compañero de cama, aún somnoliento. “He quedado para cenar y salir un ratito, te traigo un par de tripas cuando vuelva!”. Parece que huele a carne viva y fresquita por ahí fuera, pero no quiero despistarme de mi objetivo, que luego me entretengo picoteando y no voy a cazar el oso. Metafóricamente hablando, claro, que un oso real me daría tal zarpazo que no sé si sería capaz de encontrar luego todas mis partes. Bajo en el ascensor tarareando Dragula. Alguien se ha dejado medio cráneo aplastado contra el espejo. Aún parece calentito, y no resisto la tentación de lamerlo. No está mal, aún quedaba un poco de hipotálamo. Salgo a la calle y me dirijo hacia donde he quedado con mis colegas de la “Asociación de Amigos de Obesos Suculentos”. Vamos en busca de un señor orondo con bigote para la cena, que ya le tenemos echado el ojo. Hemos hecho una porra porque no sabemos seguro si tendrá cerebro o no. Rascaremos un poquito su puerta y daremos unos cuantos aullidos de ultratumba para crear ambiente espeluznante. Con un poco de suerte le da un infarto en la cama y no hay que pelearnos, que hoy vamos de bonito. Un poco de picoteo saludable “MouseBrain” para acompañar y después quizá un poco de bailoteo en la Neurona Saltarina. Hoy va a ser una noche cojonuda. 


Podéis leer más locuras de Enar en su blog: http://meriodetrasdelosjajaja.tumblr.com/

1 comentario:

  1. Me vengo imaginando el rabo del gato y no me lo puedo sacar de la cabeza, fíjate lo que te digo.

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