Ni el más sádico de los escribas podría haber imaginado una
escena tan dantesca, cruda e inhumana. Más que inhumana, suprahumana, ya que
los sentimientos eran tan fuertes y las sensaciones tan brutales que cuesta
narrar con palabras esta imagen, en realidad no es muy dificil: Un padre con el
rostro salpicado con la sangre de su hija.
Leonor se sentó en su ordenador una tarde más, trabajaba por las mañanas y escalón tras escalón aguantaba la escoba
sólo por la fuerza que le daba pensar que a las 9 de la tarde se libraría de
las galeras de la limpieza de portales y podría enfundarse el traje de reina,
de diva, de femme fatal, gracias al carnaval de máscaras de internet.
A sus 47 años vivía sola en un pequeño apartamento, su
recién adquirido gusto por la red quedaba patente al ver su salón, solo un
mueble vacio y con polvo, un sofá roído y una mesa moderna de ofimática con un
potente ordenador personal.
Se sentó una vez más en su butaca y se adentró en un
chat para adultos.Allí lubricaba a veces sus noches en soledad, y ayudaba
aliviarse a salidos obesos y adolescentes gracias a la pequeña mirilla
de la webcam.
Hoy estaba ligeramente melancólica por la horda de problemas
que le avasallaban día a día. Necesitaba sentirse querida, sentirse piropeada,
sentirse deseada. Comenzó a chatear con un misterioso “Yo69” y lo que al
principio comenzó con una conversación hueca y vaivén de cumplidos se fue
tornando en una cálido cortejo. Él la retaba a mostrarse en la cam, ella se escabullía pero
no podía reprimir sus instintos de sentir el cálido pero frio sentimiento del
cibersexo. “Yo69” no pudo más y le mostró su torso desnudo a través de
la velada ventana de la conversación. El agitar del bíceps delataba que el
calentamiento de la conversación había llevado al muchacho a aliviarse frente
al teclado.
Ella se sintió alagada y no pudo resistirse abrió su
mirilla al mundo.“Yo69” veía un torso de mujer madura, y centraba su atención
a sus pechos. Tras media hora de piropos y falsas alabanzas,
Leonor accedió a quitarse el jersey. Dejo ver su sujetador y más tarde sus
pechos, para deleite del particular voyeur y seguro que mas tarde para todo el
mundo.
Leonor suponía el peligro pero estaba excitada se estaba
tocando y dejó que el mirón se recreara con la imagen de sus tocamientos. Leonor llegó al insípido orgasmo cibernético, viendose reflejada en una maquina de
plástico.
Antes
de despedirse vio como la cam de “Yo69” se movía
bruscamente mostrando el techo de la habitación. Ella le dedico sus últimos
piropos fálicos y se disponía a decirle adiós cuando la cam por error enfocó la
cara de su amante digital…
Leonor cambio su expresión de forma súbita, comenzó a
temblar a apretar los dientes hasta llegar casi a partirlos. Se levanto de su
butaca y salió corriendo hacia el cristal que separaba el salón de la terraza,
lo atravesó de un golpe sordo y contundente, dejando caer una lluvia de
cristales y sangre, tomó impulso en la barandilla
y se dejó caer…
El rostro que vio en la ventana de ese ya fatídico chat era
bastante conocido por Leonor, y los pechos de ella debían haber resultado
familiares a “Yo69” ya que la misteriosa madurita era su madre…
El padre de Leonor quiso reconfortar a su hija por una
reciente discusión a raíz de su separación y le llevaba un ramo de sus
flores favoritas, a su hija favorita, hasta que el estallido de carne y huesos
le abordó en la acera cubriéndolo de sangre, sangre de su hija.
No hay comentarios:
Publicar un comentario